Jefes horribles | ¿Hay alguna otra manera de ser un líder que no pase por ser un déspota?

Oscar Costero
5 min readMay 17, 2020

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Las personas no dejan malos trabajos, dejan malos jefes es la frase cliché que cualquier persona que haya hecho un seminario corporativo escucha y luego todos los asistentes se repiten a si mismos que nunca se convertirán en esa persona. Hasta que lo hacen o son sujetos de uno. Mi pregunta ante este inevitable ciclo laboral es, ¿hay alguna otra manera de ser un líder que no pase por ser un déspota?

He tenido pocos jefes en mi vida profesional, esto en parte se debe por haber optado por seguir el camino de las asociaciones sin fines de lucro y ser freelance antes de que fuera mainstream. Pero dicho camino no ha estado exento de experiencias desastrosas por parte de jefes horribles. Quizá en todos los campos laborales hay personas que buscan ser jefes por el simple hecho de tener seguidores o alguien a quién mandar. Me gustaría ir más allá para analizar que hay detrás de estas personas, ya que me fascina el área de liderazgo y como puede ser cultivado.

Narcisismo

También he sido testigo de vivir en una época en donde cada vez es más deseado ser líder autoritario. Lo vemos en todos lados, desde los políticos que buscan el poder a toda costa a los millonarios altruistas que quieren colonizar Marte.

Michael Maccoby los cataloga como “líderes narcisistas”, definiendo a un narcisista como aquella persona que rechaza al mundo como es y a su vez tiene una visión de como debería ser. Entre las características de los líderes narcisistas se cuentan:

  • Carisma innegable
  • Convicción inquebrantable
  • No escucha a nadie (excepto a ellos mismos)
  • Ligeramente paranoicos
  • Sobre controladores
  • Carentes de empatía
  • Ocasionalmente crueles

Naturaleza versus crianza

Creo que muchos de los componentes de tu entorno dictan que tipo de persona serás en la vida, y para ser un líder autoritario la formula no debe ser distinta, yo por mi lado he tratado de luchar en contra de la autoridad gran parte de mi vida adulta, quizá por eso existe un conflicto cuando intento ser un líder autoritario, no es algo que sea natural en mi. En general no me gusta tratar a las personas de una forma que no me gustaría que me trataran.

Pero otras personas lo encuentran más sencillo, recuerdo mi experiencia al ser un pasante subpagado en una firma de asesoría financiera, en donde mi jefe, aquella persona que supuestamente tenía que guiarme, se dedicaba a desalentar mi trabajo y penalizar el más mínimo error que cometía.

Pero siendo mi primer trabajo, me dije que igual era parte de la cultura que se deseaba de un economista, un macho alfa de sangre fría con instinto asesino, como Michael Douglas en Wall Street. Pero con el pasar de los años sentía que algo estaba mal con este tipo de acercamiento al liderazgo, de hecho tratando de buscar otros aires me decidí por seguir otra carrera completamente opuesta.

Mundo sin fines de lucro

Si algo he aprendido en el mundo de las ONGs es que no puedes complacer a todo el mundo todo el tiempo. En el libro Dar y recibir de Adam Grant se introduce un concepto que se separa del líder déspota: benefactor desagradable, que no es más que aquel jefe que busca el mejor interés de las personas bajo su mando pero no quiere ni puede complacer a todos. Digamos que es un punto medio entre ser un líder déspota y un pelele, y en parte me recuerda a mi peor (hasta el día de hoy) experiencia laboral.

Cuando tenía unos 3 años en Wikimedia Venezuela decidí probar las aguas e intentar dirigir otra organización sin fines de lucro local, acá contaba con una junta directiva que se encargaba de monitorear y guiar mis actividades y en general todo lo que se vendía del trabajo era deseable. La primera bandera roja vino de mi predecesora que dijo que una de las jefas era “complicada para trabajar”, en ese momento y hasta el día que puse la renuncia recordé con tristeza esa advertencia que deje de lado.

En resumen, esta persona no solo buscaba una perfección inalcanzable en el puesto, lo cual al final hizo que mi trabajo fuera más o menos mediocre, sino que te desmoralizaba de muchas maneras, pasando por gritarme y trancarme el teléfono en plena conversación, hasta realizar ataques personales por mi forma de ser.

De esta experiencia espantosa recuerdo claramente cuando llego otro miembro a la junta directiva con un acercamiento un poco parecido al del benefactor desagradable, y el contraste entre la déspota y él era como el día y la noche, pero para mi ya era muy tarde seguir en ese sitio un minuto más.

Conclusiones

Al día de hoy, estoy completamente seguro de que existen otros tipos de jefes que sin ser déspotas, pueden llegar a ser exitosos en su campo. También creo que con una buena preparación, todo tipo de persona, extrovertida o introvertida, puede llegar a ser un líder.

Siguiendo la teoría del benefactor desagradable, alguna vez tendrás que ser desagradable para alcanzar las metas que se proponga el equipo, no todo es complacer a todo el mundo. Todo dependerá de que tengas una personalidad auténtica, ser fiel a quien eres y no tratar de imitar al déspota de turno, que dicho sea de paso no es el camino más efectivo en un ambiente laboral, aunque quizá si es eficaz para ser presidente de un país.

Referencia

CRETINOS: ¿Necesitas ser uno para ser un líder exitoso?

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Oscar Costero

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